Reflexiones derivadas de la experiencia en CDL de Madrid

Quiero recordar lo que expresé en mi post anterior, cuando dije que al terminar la cuarta reunión de pedagogos en el CDL de Madrid, las aguas quedaron remansadas, pero dudaba que estuvieran en su cauce. Yo creo que el argumento de mis compañeros para convencer al Decano (diferenciar pedagogía de docencia) no encauza de verdad lo que la pedagogía debe reivindicar. Les comprendo, pero no creo oportuno hacer una distinción entre lo que ellos parecen entender por PEDAGOGÍA y lo que los docentes del CDL confundían con tal, cuando en realidad era «técnica docente». Mi visión de la pedagogía está basada en mis estudios, y como derivación, en mi experiencia. Parece que lo que yo hice en mi vida laboral (ya estoy jubilada) no es muy común, porque yo hice, antes de que tuviera nombre, lo que ahora se llama DUA, en mi propio gabinete privado. No me dediqué a la psico-pedagogía, sino a la docencia pedagógica que a mis alumnos les faltaba en sus clases cotidianas de sus centros de enseñanza y cuya falta o carencia los tenía al borde del fracaso escolar y en un torbellino de la autoestima en caída libre, con todas las implicaciones en el plano personal, familiar, emocional y hasta físico que se puedan imaginar. Yo respeté a mis alumnos como propone el pedagogo Julio Fontán en su llamado «modelo relacional» antes de saber que eso tendría un paladín en Colombia que le pondría nombre, y ejercí la pedagogía en la didáctica, la gestión del currículo de mis alumnos, la orientación a la familia y la comunicación con los centros de enseñanza. Remito a lo que expreso en el documento que envié a mis colegas y cuyo enlace se puede conseguir aquí.

Por esas razones, que no quiero extender más para no cansar al lector, mi opinión, y siempre teniendo en cuenta que me refiero a lo que sucede en el CDL (hoy por hoy es mi campo de batalla y no puedo llegar más lejos), los pedagogos debemos aspirar a que el Colegio represente nuestros intereses profesionales en TODAS nuestras especialidades y perfiles, frente a los usuarios y frente a la Administración, en todas las oportunidades y en todos los foros en los que nuestra profesión necesite un respaldo oficial y un refuerzo institucional. Así, sin recortes ni medias tintas. Y eso, hoy por hoy, no lo hace, o no lo hace con la fuerza que necesitamos.
Pero, además, en el seno del Colegio, donde compartimos espacio y recursos con una mayoría de colegiados docentes, está su oportunidad de oro, el botón de muestra de lo que el Colegio puede y debería hacer por lograr que se nos conozca como lo que somos, y no como intrusos ignorantes que perjudican y confunden a los pobres docentes cada vez que una nueva ley de educación les pone las prácticas docentes patas arriba.

Después de todo, en las invectivas que los pedagogos tenemos que soportar publicadas en diversos medios de comunicación que se hacen eco de la corriente antipedagógica, no subyace el descontento de los clientes y pacientes que reciben el apoyo de pedagogos especializados en sus centros de trabajo, como autónomos o como empleados de psicólogos muchas veces, ayudando a salvar dificultades y escollos que el alumno o la familia se encuentra por culpa de un sistema que no acaba de acoger de verdad la diversidad. El sistema que se ha planteado siempre que son los alumnos los que deben adaptarse a él es en realidad el que fracasa al no entender que es al revés, pero esa es una cuestión que plantearé en otro momento. Por ahora quiero hacer notar que la antipedagogía (por nombrarla así mi corrector ortográfico salta al rojo, afortunadamente, como queriendo decir que tal cosa no existe) no procede de los padres de esos niños que reciben el tratamiento terapéutico o el apoyo específico en sus particularidades de aprendizaje en multitud de gabinetes, no se quejan los familiares de los niños hospitalizados que pueden continuar su formación, no se quejan los empleados de empresas cuyo plan de formación está a cargo de pedagogos…

Los que se quejan son los docentes (aunque no todos, claro) que consideran que, mientras los psicólogos son los que ayudan desde los departamentos de ORIENTACIÓN (que tienen monopolizados) somos nosotros, los pedagogos, los que hemos conseguido que las leyes de educación sean cada vez más nefastas, improcedentes y confusas. Los que les complicamos la vida y la profesión.

¿No deberíamos demostrarles que se equivocan, y concretamente en el CDL, a los colegiados docentes, con una actuación profesional dedicada a ellos y respaldada por la institución? ¿no es este el momento, cuando la renovación pedagógica que de verdad puede cambiar el sistema, ha empezado a mostrar sus planteamientos al mundo docente, con la inevitable confusión, cuando debería el CDL ser punta de lanza en esa labor? Yo lo creo así, y en ello me empeño.

Por Carmen

Pedagoga jubilada, siempre ejercí de forma independiente y ayudé a mis clientes a superar "su fracaso escolar" con la convicción de que el fracaso no era suyo...ahora sigo preocupada los nuevos cambios de la escuela, intentando adaptarse a los cambios sociales...y expreso mi opinión en este blog.

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