Recientemente tuve la oportunidad de rodearme de docentes preocupados por la renovación de la Escuela, en aras de la renovación de la Sociedad. Como pedagoga free-lance he creído siempre que la escuela tenía un gran poder en esta ecuación, pero no sería posible resolverla si la sociedad no era a su vez renovada de forma simultánea, puesto que su tendencia natural es perpetuarse, y para ello usa precisamente la escuela. Así, si la sociedad no siente la necesidad de cambiar de rumbo en sus aspiraciones y objetivos, los intentos de transformación de la escuela no pasan de ser experiencias educativas, pero con poca incidencia real en la sociedad a la que pertenece.
En estos momentos, sin embargo, vivimos una situación socialmente inédita, y es la creciente conciencia de que el camino recorrido nos lleva a un destino no deseado, y es cada vez más urgente cambiar el rumbo.
La globalización de las crisis económicas, de las desigualdades en el desarrollo y poder económico, de las migraciones masivas que levantan movimientos antagónicos de solidaridad o rechazo, los movimientos feministas que se extienden desde lo particular y privado hasta lo institucional y público a nivel mundial, las tendencias retrógradas de los movimientos políticos que pretenden recuperar el orden imperante en el pasado, como si ello les garantizase el retorno a la seguridad, y finalmente, la crisis medioambiental que ha resultado ya crónica como telón de fondo, son todos elementos provocadores de desazón en una mayoría social cada día más numerosa, que reclama ese golpe de timón para navegar hacia horizontes menos peligrosos y que quiere confiar en que aún estemos a tiempo de evitar la catástrofe para las generaciones que nos siguen.
En este contexto, y volviendo a lo vivido en esas jornadas de trabajo con los docentes a las que me refería al principio, parece que la escuela sí puede tener un papel definitivamente principal, en la transformación que la sociedad demanda, si es capaz de formar ciudadanos íntegros, gestores de un futuro ecológico, democrático, justo, igualitario.
Por eso, y por los comentarios elogiosos que recibí de los colegas educadores al exponer mis puntos de vista, me animo a impulsar desde aquí las reflexiones que plasmé hace años en un libro, donde recogí mi experiencia y mis conclusiones acerca del sistema escolar/educativo español, todavía vigentes.
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Portadas del libro LA ENSEÑANZA UTÓPICA. Una filosofía de la educación. |
Pongo pues a disposición de mis seguidores el enlace que les puede llevar a ver y leer este libro en Internet, y comunico su disponibilidad en papel para quien quiera tenerlo entre sus manos. No tienen más que pedírmelo. Aquí va el enlace, que tienes que copiar entero y pegar en la barra de direcciones de tu navegador:
https://www.calameo.com/read/0038477121cfebfbf3e71
Gracias.
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