El modelo alemán de la FP dual gana alumnos en España | Economía | EL PAÍS.
El artículo citado es ilustrativo de lo que sucede con los estudiantes españoles que optan por la formación profesional. En primer lugar, la edad a la que se presenta esta opción (los 16 años en principio, salvo que en la ESO se hayan repetido cursos) no suele ser en nuestro país suficiente para que los alumnos tengan el sentimiento claro de una vocación – y ello por razones profundas y complejas que no explicaré en este momento -, de manera que lo que los mueve a estudiar FP suele ser más bien la certeza de que la ESO no es suficiente para encontrar empleo, pero a la vez la certeza de lo que NO quieren seguir haciendo: ESTUDIAR más y más hasta llegar a la Universidad, y posiblemente después uno o dos másters, sin tener tampoco así la garantía de encontrar un puesto de trabajo acorde a tanto esfuerzo y tanta perseverancia.
En segundo lugar, las empresas asumen una labor educativa que las honra, pero en la que tienen que apostar también contra la incertidumbre de que ese empeño les resulte rentable. Así, las que se mencionan en el artículo hacen sus apuestas con una dotación económica y una disponibilidad de sus cuadros profesionales al servicio de la instrucción de estos aprendices, cuyo trabajo forma parte indiscutible de la producción de las empresas. Ahí tropezamos con los sindicatos, que naturalmente ven el proceso como una suerte de explotación de mano de obra «barata», opuesta a sus intereses.
En tercer lugar, cada Comunidad Autónoma desarrolla el reglamento normativo para esta etapa experimental de la colaboración entre empresas y sistema educativo. Dice el artículo que según los expertos ese es uno de los problemas fundamentales de la experiencia, puesto que genera descoordinación entre las diversas iniciativas en el mapa nacional. Claro, pero no sólo en el intervalo dedicado a la formación de los alumnos, sino (y esto tiene su larga estela de implicaciones) en el futuro laboral de esos alumnos, que tal vez no puedan jugar la baza de la «movilidad laboral» para emprender su propio camino vital cuando la edad y la experiencia se la planteen como una opción conveniente. Y luego diremos que estamos defendiendo «la unidad» de España…
En resumen, una vez más, aunque de forma «camuflada» por la buena voluntad de las empresas, a las que se invoca como «parte de la tribu» educativa (vaya aquí un reconocimiento a la expresión africana que ha popularizado entre nosotros el filósofo y profesor José Antonio Marina) el Ministerio de Educación y sus adláteres territoriales delegan su verdadera responsabilidad como institución educativa formal, y ponen en manos de otros la solución al problema de la falta de formación y educación eficaz en los cursos de enseñanza obligatoria, que es la lanzadera de la que salen estos alumnos de la FP. ¿Hasta cuándo seguiremos dejando que esto suceda?
Recomiendo la lectura del post que enlazo aquí:
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