
Decía en mi resumen de la reunión publicado ya como primera parte, que se produjeron dos momentos difíciles en esta cuarta, y que el primero se produjo con un colega que desde el principio intervenía poco, pero cuando lo hacía empezaba siempre por exponer su C.V. con autobombo. El segundo momento difícil fue con el Decano.
Quiero retomar la narración en ese segundo punto de tensión, porque encierra una de las esencias por las que yo me mantengo en esta trinchera. Como ya expliqué, un grupo de docentes del CDL se habían reunido en septiembre para iniciar un “movimiento de renovación pedagógica” denominado PROYECTO ACORDEÓN, en los locales del Colegio, y sólo un par de fechas después de que los pedagogos hubiéramos tenido nuestra propia reunión, pero nosotros no habíamos tenido noticia de ello, y sólo con la publicación en la revista (esta vez trimestral) en noviembre nos pudimos enterar.
Cuando yo reclamé en la reunión que no se nos hubiera comunicado nada de esto, el Decano me llamó con sarcasmo “inspectora”, y después afirmó rotundamente y con energía, que ni yo ni nadie teníamos que oponernos a lo que quisieran hacer allí los docentes, porque “no éramos nadie para ello” y porque los docentes están en su derecho. Mi réplica fue que la queja no era porque lo hubieran hecho, sino porque nosotros hubiéramos quedado totalmente al margen. Para mí el problema de la oscuridad que nos ha envuelto durante años en el Colegio es el síntoma de la consideración que tiene nuestra Junta de Gobierno de lo que es nuestra profesión, y se manifiesta en la radical marginación con que nos ha tratado. Pero no me hizo falta replicar mucho, porque mis colegas lo hicieron uno tras otro, hasta obligar al Decano a admitir que “tal vez” los docentes en cuestión deberían haber denominado su movimiento de otro modo, y no como de renovación pedagógica. Mis compañeros fueron encadenando sus argumentos para diferenciar la pedagogía de la práctica didáctica, la pedagogía de la experiencia docente, etc. Y así llegaron a convencer al Decano. Y así, como decía, las aguas se remansaron. De tal modo, que, para terminar la reunión, el pedagogo de la Junta de Gobierno que nos acompaña y nos codirige, nos lanzó el reto de una cuestión capital que requería reflexión para resolver en los días siguientes: distinguir LA PEDAGOGÍA de LOS PEDAGOGOS. Con ese reto, y las aguas remansadas, dimos por terminada la reunión. He de decir que, en las anteriores, apenas pasaban unos días, todos los asistentes recibíamos un “resumen” elaborado por la Directora de Comunicación, que asiste siempre, con relación de lo sucedido. Esta vez no, y eso que hace ya más de un mes de la reunión. Tal vez las aguas se habían revuelto tanto que ya no puede recordar dónde estaba cada uno al empezar, y dónde al terminar…
Yo misma he tenido que replantearme algunas cosas, pero esas las expondré en el siguiente post. Por ahora valga decir que se acerca ya la fecha de la siguiente reunión y tengo los dedos cruzados…
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