«CONTENIDOS» VERSUS «COMPETENCIAS»

 

Desde que se aprobó la llamada «Ley Celaa» vengo observando una creciente radicalización en el mundo de los blogs y redes sociales que versan sobre educación y sobre las necesidades concretas que presenta nuestro sistema «educativo». Pongo la palabra entre comillas porque precisamente concretar su significado en profundidad es lo primero que se debería poder hacer con un acuerdo mayoritario, y no está en absoluto claro que todos los implicados (o sea, todos los miembros de una sociedad determinada al azar) piensen lo mismo acerca de qué clase de persona sea una persona EDUCADA. 

Sin embargo, como esa es tarea de mayor envergadura que la que ahora se presenta de la mano de la nueva Ley de Educación, pospondré su abordaje para futuros posts. En este quisiera ponderar las razones que asisten a los respectivos partidarios de los bloques en discordia, particularmente con la confrontación entre «contenidos» y «competencias» que se ha generado en los ambientes profesionales de la enseñanza. 

Quiero resumir algo que presencié en un célebre concurso de TV  hace apenas unos días. Una joven participante está a punto de ganar unos miles de euros, y para ello tiene que completar una frase a la que sólo le faltan unas letras, concretamente 4, que van seguidas, después de las siguientes: «G-?-N-?-?-?».  El resto de la frase ya está casi del todo compuesto: «FERN?NDO ?LONSO G?N??? FÓRMUL?  UNO».  Pues bien, la concursante ofrece su respuesta ante la expectación de público y presentadores, con un «FERNANDO ALONSO GANA FÓRMULA UNO».

No me cabe duda de que esta joven ha estudiado la conjugación verbal y forma parte de los contenidos que ha tenido que aprender para superar sus cursos de ESO y BACHILLER la distinción entre los tiempos presente y pasado de indicativo de los verbos de la 1ª conjugación en español. así como muchos otros contenidos gramaticales y sintácticos. Ha superado con éxito la adquisición de CONTENIDOS, lo cual es perfecto. Pero no ha desarrollado la COMPETENCIA para aplicarlos cuando esa distinción era relevante para sus propios intereses, para ganar esos mil y pico euros. Su expresión facial ante el «NOOO» del presentador demuestra que tiene que fijarse mucho en lo que ha dicho para comprender cuál ha sido su error, y finalmente se da cuenta de que ha cambiado el tiempo verbal. 

El ejemplo es muy básico, pero abundan, y lamentablemente no se dan sólo en el ámbito de los concursos de  TV en los que, a menudo, los conocimientos sirven en sí mismos para ganar dinero. No quiero decir con esto que los conocimientos tengan esa única utilidad, en absoluto, son efectivamente el fondo de un desarrollo personal necesario para el sentido crítico, la inteligencia creativa y la fuerza intelectual, pero digo que en esos concursos se pone de manifiesto a veces que no es suficiente con tener el conocimiento sino en saber usarlo, es decir, tener la COMPETENCIA para aplicarlo cuando convenga, tanto en el concurso como en la vida en general. 

Así que ¿por qué enfrentar con una defensa cerrada del valor de los CONOCIMIENTOS  la propuesta de desarrollar con ellos un compendio de habilidades que podamos llamar COMPETENCIAS? .  

Seguiremos…

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